domingo

Epitafio

Cada mañana cambiaba y doblaba escrupulosamente la ropa de la cama. Siempre vestía con una camisa blanca. Cambiaba de pantalón según la ocasión. A las nueve en punto bajaba a desayunar. Evitaba el roce de la gente. Tostadas con jamón. Un ardiente café con leche. Tan sólo se dirigía a su representante y a su camarero. Porque era necesario. No estaba separado. No se había casado. No había más mundo que el que contaba con sus palabras. Siempre había querido que fuese así .Y así era. Las personas exigían una dedicación que no estaba interesado en ofrecer.

Ayer fue su entierro. Su última camisa blanca. Para esta ocasión, pantalones negros. Estaban allí su representante y su camarero. Y muchas, muchas personas que habían leído sus escritos. Que le sentían cercano. Que creían conocerle. Perdían a un ser querido que no había sido querido nunca. O tal vez si, pero el hizo caso omiso.

Su epitafio: "Gracias al mundo por haberme olvidado, y haga el favor de poner también que nadie se acerque a menos de dos metros. No soporto el roce de la gente".

2 comentarios:

Alicia dijo...

oh! bonito blog me encanta como escribes,no sabia esa faceta tuya jaja! soy alicia,la de albecete :)

Lydie Bianco dijo...

Muy, muy, muy sarcástico el epitafio.