
Llevaba un vestido rojo que le costó quitar. Pensó que a partir de ahora se quedaría desnuda. Recapacitó, y mejor vestida , para evitar la tentación. Y en el armario, por si venía alguien de visita. No sabía cómo podían reaccionar sus amistades si la encontraban. Seguramente mal. No estaba del todo bien visto. Pero para él, había comprado un objeto como otro cualquiera. Era como un sillón de masaje. Pero, por el contrario, eso no estaba mal visto.
Estaba algo tenso. Confuso. Su presencia le hacía sentir incómodo. Pero por lo que le había costado valía la pena. Siempre había querido tener una muñeca hinchable.